PRESENTACIÓN

Me llamo Tomás López Alonso, nací en Barcelona en 1962 y mi pasión es escribir.

Me licencié en Historia y Geografía, trabajé cinco años como informático y veinticinco años más en un albergue social, también como informático y administrativo. Y allí aprendí muchas cosas de la vida.

En 2018 me diagnosticaron la enfermedad de pero finalmente, en 2022, el diagnóstico fue que padezco  una enfermedad degenerativa. A consecuencia de sus secuelas, mi voz se ha hecho cavernosa y hablo lentamente. No puedo caminar y sufro rigidez en los brazos y manos, por lo que ya me resulta muy difícil escribir.


Esta enfermedad se ha sumado a la que sufro desde la adolescencia, el Trastorno Obsesivo Compulsivo una enfermedad que tortura e invalida y que me ha hecho perder muchos años de mi vida, aunque gracias al esfuerzo personal, al tratamiento terapéutico, y a la gran ayuda de una amiga, conseguí, a los 48 años, por fin, ser feliz.

Con todo lo vivido y por mi personalidad, he rechazado desde edad muy temprana la violencia. He intentado ahuyentar el mal genio, la incomprensión, el egoísmo, la envidia, la banalidad, la insolidaridad, la imposición, la soberbia. En fin, todos esos pecados cotidianos que en nuestro mundo rutinario, sea en nuestro hogar, en nuestro trabajo o en nuestros lugares de ocio, nos inclinan hacia la violencia.

De un tiempo a esta parte no riño, no me enfado, no alzo la voz. Intento vibrar suavemente a lo largo de todos mis días. Me gustaría que mis escritos sirvieran al menos para promover un continuo debate sobre la vida, su sentido, y sobre todo, lo que más me interesa es que nos puedan incitar cada día a ser mejores con nosotros mismos y con los demás.

Por último, me gustaría agradecer: Por supuesto, dar las gracias a mi madre de 88 años por ser mi principal cuidadora personal y por tantas cosas más. A mi padre, ya fallecido, por darme la vida y su amor. A mi hermano, que ha dejado de trabajar para ayudarme. También doy las gracias a Dani, Rafa, Miguel, Roser, Begoña y May, su marido. A Ana Belén. A mi prima María Jesús. A Víctor, Belén, Ángel, Maria, Xavi, Miguel, Carlos y Lluïsa, que me han ayudado con este blog. Soy consciente de que me dejo a muchos familiares y amigos, pero he de parar, si no la lista sería interminable. Disculpadme los que no salís en la misma.

He organizado mis obras en cinco grupos, en función de mis intereses y de mi propia evolución vital:

1. Obras Menores.
2. Obras Descriptivas.
3. Obras Mayores.
4. Teatro
5. Elegía a mi padre.

Si queréis escribirme y comentar sobre mis escritos, lo podéis hacer a través de este blog o a través de mi correo electrónico:  tla.libros@ gmail.com.

Para los que prefiráis los libros en papel, os adjunto los enlaces en los que podéis conseguir mis dos únicos libros editados: Episodios de la guerra civil en clave 6, y El sentido de la vida, que incluye mis tres obras de teatro: ¿Ha valido la pena?, Juicio a la Historia y Safo y David.




Epidosios de la guerra civil en clave 6

Episodios de la guerra civil
en clave 6













ESTILO Y LITERATURA


“Algunos escritores se pasan la vida escribiendo sobre sus viajes a la Patagonia o el tiempo que han pasado entre los muslos de un par de docena de mujeres. Esto [lo que Alan hizo de verdad] era bastante más soso, pero es lo que me ha tocado a mí. Es lo que tienes que hacer cuando escribes. No tienes más que jugar con las cartas que te tocan, por decirlo así”



Sobre mi obra, mi estilo y literatura, sirva este pedazo de opinión, leída en un periódico, que puede atribuirse a mi afición como autor.


Yo tengo mis límites: mi reducida experiencia vital, mi enfermedad mental, la falta de frescura y fluidez de mi pensamiento hacen que yo no pueda escribir una gran novela, llena de personajes, de grandes descripciones, con ritmo durante toda su redacción, con experiencias y gran conocimiento sobre diferentes ambientes y lugares.

Yo soy más de narraciones interiores sobre mis elucubraciones vitales, a pedazos en la mayoría de ocasiones; sobre mi experiencia, aunque en principio sea tan pequeña. Muchas veces son una prolongación de mi juego infantil sobre el papel y los libros, sobre los tebeos, sobre los álbumes de cromos. Traslado a las narraciones ese juego, intelectual ahora, que responde a una estética, vuelvo a repetir, de mis entretenimientos de infancia, de mis dotes de organizador y de esa necesidad que tengo de reorganizar, de otra manera, las cosas de la vida, la realidad. Además del juego, están la música, los libros, el buen cine, el clásico, las series y los telefilms de los sesenta.

Son unas narraciones que, a través de mis recuerdos personales, explican al lector una época, un momento de la historia del país. Retrocedo al pasado- unas memorias siempre son una mirada al pasado personal que explica cómo era la vida en aquellos momentos que ahora se recuerdan-. No es una memoria triste, sin esperanza. Es un grito por un mundo mejor pero sin ingenuidad. No es la evocación de un mundo donde todo era de color de rosa. Fui feliz. Fui feliz durante aquella etapa, durante aquel momento de mi vida, pero el dolor y las estrecheces no se olvidan. No se reivindica la felicidad material y, sin embargo, a través de esos pequeños placeres materiales- los tebeos, salir a comer con la familia, etc-, manifiesto una felicidad que es consecuencia del amor de mis padres.

Efectivamente, la historia del país está presente en todo momento porque es el teatro en el que mi vida se representa.

Mis libros pretenden siempre la fina ironía. Tan fina que a veces se pierde en el inmenso mar de mis párrafos. Pero como ese pretendido humor suele estar tan escondido, en ocasiones debemos considerar mis narraciones como nuevas eras paleontológicas. Es entonces que si descubrís el sentido que le pretendo dar a todos los asuntos, que quizás me vienen muy grandes, me quedaría muy satisfecho, y hasta orgulloso.

Me gustan mucho las comas, los puntos y comas y hasta los dos puntos, porque ellos asientan, ralentizan y hasta evitan el estrés al lector, y es que de la lentitud pretendo obtener mejor poesía, ya que mis versos prosaicos son los que componen la principal rima de mi prosa.

Muchas veces, cuando corrijo, soy como un cirujano de la pluma digital, porque pruebo y pruebo mil palabras y cientos de comas e incisos para ver cómo quedan mejor el sentido y la supuesta soltura gramatical, sintáctica, de cada frase. Es entonces cuando acierto o no acierto, y si es por cualquiera de los supuestos, no dudo y certifico de por vida la correspondiente frase o conjunto de frases que forman un punto hasta algún párrafo. El mal ya está hecho, entonces.

Pero he de aclararos que generalmente es desde la primera bocanada violenta de la que surgen mis frases más definitivas. Después suturo. Creo acertar a decir que es el corazón el que habla primero, el que fundamenta los cimientos, para que después, con un poco más de asiento, sea mi cerebro el que adecente de mejor manera.

Mi flema, como os digo, rompe frases, inventa palabras, modos, géneros y números, recoge expresiones que sí usa el pueblo pero no la RAE, que continúa siendo carpetovetónica, y también, muchas palabras y acepciones que parecen inventos míos pero que no lo son, sino que suceden por la lógica evolución de las cosas y que cualquiera puede ver.

Me gusta también hurgar y perderme dentro del mundo enciclopédico. Desde que fui por primera vez a la biblioteca y pude contemplar la ingente diversidad de libros ahí existentes, hendidos bajo el suculento silencio y la precisa luz, cada vez más apagada con los años, me maniaticé en surtir mis inventos con supuestos y originales apéndices, los cuales revoloteaban de forma muy matemática alrededor de mi obra principal.

También mi deslenguado lenguaje azota las orejas, que no los oídos, de los malos de siempre: esclavistas, grandes nobles y burgueses, eclesiásticos traidores, gentes de armas, trepas y racistas de todos los tiempos, bolcheviques y marxistas nuevos, anarquistas violentos, más otros muchos fundamentalistas.

Muchas de mis narraciones tenderán al mundo siempre imaginado y deseado por mí. El que me acerca a la perfección humana, plácida y sencilla, y sobre todo, ética.






TV3 - Telenotícies

"Els malalts d'ELA no mereixem, el temps que som aquí, tenir una vida digna?"

Después de la demencia y el Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica es la tercera enfermedad neurodegeneretiva en incidencia. En Cataluña, había más de 700 casos diagnosticados el 2022. Aun así, todavía se considera una enferma minoritaria. Hace un año que se aprobó en el Congreso una proposición de ley para estos enfermos, que ha quedado enterrada. Desde entonces, siguen luchando para sentirse visibilizados. Lo hemos visto con el exfutbolista Juan Carlos Unzué, que ayer estrenó el documental "El último equipo del Juancar" -con participación de TV3- en las salas de cine, y también de Xavier y Tomás López , que han hecho de la tecnología una herramienta para vivir, pero también para hacerse ver.